benjamingrullo

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Location: Guecho, Vizcaya, Spain

Saturday, February 13, 2010

Casi una Sinopsis

JEDWABNE


Hay un libro interesante sobre las transformaciones sociales. Se llama “Vecinos – Jan T. Gross”. Cuenta como, en un tiempo record, los acontecimientos de la segunda guerra mundial hicieron que muchos pueblos polacos pasaran a ser soviéticos (pacto Ribbentrop-Molotov de reparto de Polonia), luego nazis, (Operación Barbarroja) y de nuevo soviéticos (contraataque). Vamos, que allí donde nosotros tuvimos una transición ellos tuvieron 3 y en condiciones bastante más dramáticas. El libro no sistematiza muy bien lo que cuenta porque hace más hincapié en el drama judío que en las motivaciones de los “gentiles”, pero aún así se puede leer entrelíneas y extraer unas reglas de la fisiología de las conversiones colectivas en una estructura social piramidal. O sea de cómo una sociedad con una determinada estructura se modifica radicalmente a sí misma en tales circunstancias y cómo lo hace para que todo siga igual, para que la jerarquía social siga siendo exactamente la misma.

La primera conversión fue sencilla, los poderes fácticos del pueblo, para continuar siéndolo, se hicieron soviéticos. Los primeros en modificar su apariencia ideológica fueron los que más tenían que perder, los más interesados en que todo siguiese igual. Cambias unas frases hechas, modificas el audio que te acompaña por palabrería comunista, te pones un pin, llamas camarada a todo el mundo, le pones un poco de pasión a esta comedia y hala.

La segunda conversión, cuando los nazis tomaron el pueblo fue algo más exigente. Las mismas personas ahora tenían que hacerse perdonar su militancia comunista. Tampoco es muy complicado, “no hemos tenido más remedio, bla bla bla”… pero como no les pareció suficiente, para epatar más con los nazis y asegurarse no sólo su supervivencia, sino su posición, decidieron linchar, el viejo truco, a los designados como chivos expiatorios por los nazis: los judíos. Los metieron en un granero y los quemaron vivos. 1700 muertos. Todo para convencer a los nazis de su propio nazismo y hacerse perdonar su reciente comunismo. Extraña forma de penitencia en cuerpo ajeno. Muy habitual, por otra parte.

Una vez tomado el pueblo de nuevo por las tropas soviéticas, la tercera conversión tampoco les resultó muy complicada. Vuelta al pin con la estrella roja, al camarada de rigor y a la liturgia comunista. Más pasión y más convencimiento en la exteriorización de los nuevos marcadores identitarios. Matas unos cuantos alemanes en retirada para convencer a los nuevos poderosos de tu fe comunista y ya está. Misión cumplida.

Por eso, cuando en 1956 las autoridades de la Polonia comunista decidieron enjuiciar los hechos se encontraron con que todos los responsables del pogromo eran los más convencidos miembros del Partido Comunista. Por supuesto.

Lo asombroso es que, a lo largo de toda la secuencia, la estructura social del pueblo no varió un ápice. Especialmente los poderes fácticos, el sector público y los que contrataban con la administración pública. O sea, los más parásitos y comodones. Hubo gente que no perdió su dignidad. Pero no fueron, desde luego, los poderosos. Empresarios liberales que sí perdieron sus ingresos y su posición social. Gentes humildes sí protegieron a los judíos y pagaron con su vida. Pero el armazón social permaneció inamovible. Todo ello daría lugar a una farsa negra y extraordinaria, en la que los personajes no evolucionan mas que en apariencia, o sea en su disfraz ideológico.

Es gracioso ver cómo la exteriorización de un anticomunismo visceral sirvió a los comunistas para permanecer en sus puestos de poder. Como luego el antinazismo sirvió a los mismos que hasta entonces habían sido nazis para hacerse perdonar y ser tomados por comunistas. Igual que ahora el antifranquismo sirve a los franquistas en esta transición apañola, más casera, más miserable. Más nuestra.

La verdad es que los franquistas lo tienen todo atado y bien atado con el antifranquismo. No deja de tener su punto.

Tuesday, February 09, 2010

El hombre es un enchufe

Un amigo, un tipo con una concepción de la fidelidad en la amistad casi religiosa, capaz de poner la cara por sus amigos en las situaciones más complicadas, me comentaba que había conseguido un suculento contrato con la administración pública nacionalista. Como al parecer no le hice mucho caso y no parecía haber valorado en su justa medida los méritos de mi colega, él insistía: “No te creas, eh, que esto ya no es lo que era. Ahora hay que peleárselo mucho. Hay que valer.” Según me relataba los hechos noté que mi amigo no se había trabajado el producto, mi amigo se había trabajado el enchufe. Siguió. Y en una curiosa inversión de los valores de la profesionalidad, mi amigo se refería no a su habilidad personal, su capacidad artística, a la relación calidad precio o a la competitividad del producto por él creado, sino al enchufe en sí. “Es muy complicado. Te tienes que dejar una pasta en cenas y regalos. Llamadas de teléfono, que tus hijos se hagan amigos de los suyos, llevártelos los fines de semana. Cualquiera no lo consigue.” Tanto insistía que no pude menos que felicitarle.

Este es el sistema de meritoriaje apañol. Uno no se gana el pan con el sudor de su frente, sino con su capacidad para autodegradarse, para demostrar su predisposición a obedecer a determinadas reglas sociales. En una extraordinaria perversión del esfuerzo, el apañol se curra la obediencia, se esfuerza, para que le enchufen y no tener que currar más. Terrible, señores, el hombre es un enchufe para el hombre. Y más en nuestro particular feudalismo industrial, ahora de servicios.

Me descubro ante esta gente que siempre trata de sacar partido de cualquier situación y hasta se las arregla para sacar ventajas de las peculiaridades de nuestro caciquismo totalitario y asesino. Es está la posición que más me asombra, la de aquellos que no cuestionan el caciquismo localista sino que simplemente se adaptan y tratan de adaptarse y sacar tajada. Unos genios de la adaptación que tratan de triunfar dentro del marco del sistema. De cualquier sistema. No saben cómo envidio su capacidad para la supervivencia, su insensibilidad moral…

Y también me asombro de la capacidad para la dualidad de los humanos porque ya digo que mi amigo es un tipo excelente.

A veces sospecho que sería magnífico irse de birras con el doctor Menguele.

Un saludo

Eusquera de Euskaltegi

Venía de practicar mi segundo deporte favorito: modorra playera tostándome el pirulo. Una pena que Alain, Garikoitz y los gritos de su madre vinieran a situarse a nuestro lado. Mientras subía agotado la cuesta de La Salvaje, mi mente espesa llegó a una conclusión intelectual obvia: la cuesta cuesta.

Viendo que mi mundo interior no estaba precisamente inspirado me dejé llevar por la conversación de una pareja que subía tras de mí, hablando alto despreocupado. Me chocó el tono entre ingenuo y seguro de sí misma que empleaba la chica. Para los que vivimos en el País Vasco sabemos que sólo unos pocos privilegiados pueden hablar de ciertas cosas así.

Estaban con la ilusión de las parejas de verano. Ella bajita y muy guapa, a él no le vi la cara pero por su conversación deduje que no era de aquíaquí, sino de allí. Algo así como un palentino progre. Ya saben, un habitante de El Resto. Ella, que sí que era de aquíaquí como continuamente subrayaba, iba aleccionando a su chamo de que hay eusqueras y eusqueras. Él atendía encantado.

Que envidia de enamoramiento. Caminaban entre la gente como si sólo ellos existiesen. Estaban tan aislados el uno en el otro que podía hasta haberme subido a sus chepas sin ser notado. Aminoré el paso.

El le decía asombrado que había visto en el patio a una china que hablaba euskera. Ella respondía que la conocía e insistía en que el suyo era diferente porque en su casa habían hablado euskera de siempre y que no es lo mismo tener el euskera como lengua materna que aprenderlo. Él contestaba que los padres de la chinita del patio sí que hablaban euskera. Ella con una mezcla de paciencia y orgullo le revelaba los delicados recovecos de la jerarquía étnica. Le explicaba que conocía también a esos padres, que eran emigrantes, y que hablaban euskera, sí, pero que era un euskera de euskaltegi. Los vascos nacionalistas siempre tendrán algún “pero” reservado para los españoles conversos.

Me llamó la atención esta expresión. “Sí, pero hablan euskera de euskaltegui.” ¿No me digan que no es magnífica? La chica, por supuesto, hablaba vizcaino y no el batua, ese euskera de los españoles y de Tarzán. Todavía hay clases. Estos tipos encontrarán siempre cualquier excusa para jerarquizar la sociedad de acuerdo a criterios no democráticos, según una vasquidad que ellos deciden en qué consiste. Y que los idiotas españolitos aceptan con fidelidad canina. Siempre llegando con la lengua fuera a los nuevos ejercicios étnicos que les plantean.

Él atendía de esa forma tan apañola, admirado porque había ligado con un ejemplar auténtico de la etnia primigenia. Se le caía la baba. La acariciaba con el mismo cuidado que lo haría un paleontólogo con una mandíbula de Atapuerca. La verdad es que la chica era mona, pero si llega a ser la dama Amboto con pelo en pecho, me pega que al palentino le hubiese dado lo mismo. Había pegado un braguetazo étnico. Por fin sería considerado algo-vasco y no simplemente español-nada. Por fin su desamparo étnico había encontrado cobijo. La cogía del hombro y la atraía hacía sí. Un cobijo tan excelente que podría mirar por encima del hombro incluso a los españoles nacionalistas vascos. Tal como ella explicaba. ¡Esos advenedizos! Había adquirido la nacionalidad por matrimonio. Y en la jerarquía social que imaginaba se veía ya por encima de tantos y tantos…. Seguro que cuando regrese al pueblo a por sus cosas y discuta de política en la cocina les diga a sus padres. “No lo entendéis, nosotros los vascos…”

¿Puede haber mejor premio para un apañol? A este chico en vez de la lotería le había tocado una etnia en suerte. Y se disponía a disfrutar de ella. Con lo incomoda que es una etnia. Tener que comportarse todo el día como su caricatura. Ay, estos españolitos no tienen remedio. La palabra autoestima no existe en su vocabulario.

Me dejé adelantar para ver a la chica al completo. Que chica tan mona. Pero que elitista. ¡Que inmoral! Sonriente, guapa, una monstruosidad tan ingenua… una mujer fatal étnica. Letal para un apañol despersonalizado. Su euskera era natural y salvaje, del cantábrico, y no euskera de piscifactoría. Ese pienso hecho con batua y frases hechas para cebar bichos mesetarios cuyo único mundo será dar obedientes vueltas a un círculo y levantar la patita al mandado del amo. A la chica el eusquera de los españoles le indignaba como se indignaría con los rolex de los chinos el dueño de uno auténtico.

A veces nos preocupamos demasiado y no nos damos cuenta del país tan divertido en el que vivimos. Cuando dejen de matar y acojonar, nuestra realidad va a dejar en canicas a los Monthy python.

En urgensias, pues.

La escena me la contaron gentes que saben de mi afición a la recopilación de “Susedidos”. Estaba un señor mayor apellidado Garcilópez en la sala de urgencias del hospital de Cruces acompañado de sus hijas. Al buen hombre nuestros osakidetzos no parecían hacerle mucho caso. Las hijas, de segundo apellido pongamos Ganekogortaiturribeitia, indignadísimas. Con toda la razón.

Las mujeres en vez de acudir a criterios humanistas, democráticos, o sea a los simples turnos, al “se me han colado”, o al “no nos están haciendo ni p. caso”, conocedoras del percal, comenzaron a estirar la nariz y a hablar alto.

“No entiendo porque tenemos que apellidarnos Garcilópez, cuando en realidad somos Ganeko… y sólo Ganeko…. Y no sé por qué no nos lo cambiamos porque Ganekogortaiturribeitia es realmente lo que somos. Porque nosotros los Ganeko… porque al fin y al cabo hemos vivido aquí toda la vida. Y ya es hora de que nos cambiemos el apellido y nos pongamos lo que somos el primero.” Con el rabillo del ojo miraban a los osakidetzos a ver si les hacían caso.

El pobre Garcilópez zaherido por sus males y por sus hijas se avergonzaba a la vez de sus dolores y de esa su apestada condición de originario que les había transmitido a sus hijas, esa especie de peste étnica: la enorme lacra de apellidarse Garcilópez y ser gallego. Soportaba sus dos dolores en silencio. Pobre, los hay que nacen Garcilópez y gallegos. El mundo está lleno de injusticias.

Por fin salió la enfermera y preguntó por el pobre Garcilópez. Una hija se le echo al cuello, Soy Leyre Gonzalez Ganekogortaiturribeitia, de los Ganeko… de Otxaran. Esto es una vergüenza. Llevamos aquí dos horas y blablabla… En la actitud de estas señoritas estaba oculta esa frase tan propia de un régimen caciquil, ¿no la adivinan? Es el mismísimo “Usted no sabe con quién está hablando.” del franquismo.

Franco se ha transmutado en 17 franquitos. El nuestro es orejudo y con aspecto mongoloide. Vaya por delante que estoy siendo simplemente descriptivo, que no tengo nada contra las orejas ni la cara de jinete de Gengis Khan de nuestro lehenda, de lo que si estoy en contra es de la perpetuación del mismo sistema social rígido y arcaizante que impide avanzar hacia la materialización de los sueños personales y que nos convierte a todos o en felices, idiotas o en obedientes, sumisos y chupaculos.

Los Gonzalez Ganekogortaiturribeitia fueron conducidos a urgencias por la misma vecina, que me relato el “susedido” y que conoce mi afición recopilatoria de los comportamientos sadomasoetnicos de los apañoles, mestizos o no.

Mi tía Amagoia

Estábamos el otro día paseando con mi tía por la playa de Gorliz. Como íbamos con niños que, hablen lo que hablen, todos se acercan a explorarse unos a otros, nos veíamos en la obligación de socializar. Así en cuanto detectaba algún signo euskaldun como el nombre de la nena, mi tía comenzaba sus indagaciones sociales y su exhibición. Con su perfecto euskera conversaba con padres y críos en la medida en que lo veía factible. Y así íbamos por la playa deteniéndonos aquí y allá. Después de unos cuantos encuentros, mi tía fruncía el ceño hundida en tristes reflexiones. De vez en cuando, como para sí, un gesto de “Esto es una pena”.

Mi tía Amagoia siempre estira el euskera de la gente para probarlo. Apura las expresiones y complica su euskera a propósito hablando cada vez más rápido y exagerando su guturalidad, con la sola intención de hacerle la prueba del algodón étnico a su interlocutor. No piensen que lo hace porque encuentre algún mezquino placer de abochornar a la contraparte, porque en cuanto llega al momento que está ha de reconocer abiertamente que no la entiende, que ella aprendió cuando ya era mayor, que en realidad sus padres son vecinos de Pachipuchi en Quintanar de la Sierra, en serio, mi tía se decepciona. Y siempre, salvo en contadas ocasiones, cuando detecta arrogancia en el impostor, se detiene antes del desenmascaramiento para evitarle el bochorno a su interlocutor, la tremenda vergüenza de reconocer que es español y asimilado. Mi tía no es tan cruel como para llamar cojo a un cojo, sidoso a un sidoso o español a un español. Y menos aún sabiendo lo que los apañoles piensan de sí mismos. Mi tía es una persona muy bien educada y muy respetuosa con las vergüenzas de los demás. Ella en realidad está buscando a los pocos, los últimos que son como ella.

Al regresar a la toalla se habían situado junto a nosotros una madre y su hija pequeña. La madre se dirigía a su hija en euskera y mi tía siguió con su tarea. Comenzó a conversar con la cría, luego con la madre, se la veía encantada. Ambas la madre y mi tía, aunque no se conocían de nada, se lanzaban mutuas señales de reconocimiento. Aunque fue mi tía la que inició el juego social, era sencillo ver cómo se exploraban, cómo cada una ponía a prueba el euskera de la otra acudiendo cada vez más a antiquismos vizcainos. Poco a poco con exquisita prudencia. Al final cuando ya sabían perfectamente quién era la una y la otra y no había necesidad de más tiras y aflojas, terminaron presentándose y charlando en … perfecto español. Total, todo estaba ya claro. Aunque también con algún casticismo del dialecto perdido de vizcaya que nadie parece reivindicar. Magníficas palabras como Chirene, sinsorgo, chisgarabís, potolo, lolitos que aunque Batuke desprecie con toda la razón, a mí me producen una profunda nostalgia.

Mi tía regreso por fin a la toalla, no cabía en sí de gozo, y mientras se sentaba dijo para sí misma: “Esto es euskera.”

Por fin había encontrado a un “uno de los nuestros” de su categoría, una nacionalista de clase 1. No se equivoquen, mi tía no es racista. Para ella esto no es cuestión de raza sino de especie. No es sólo elitismo, es algo más, viene a ser como si un dinosaurio se encontrase con otro dinosaurio en un entorno post-apocalíptico. Mi tía derrocha un elitismo cerrado y soberbio capaz de hacer de menos a un lord inglés. Ella es especial, de una especie diferente (No se crean que esto es una barbaridad, hace bien poco leí en el FNAC la contraportada de un libro de esos que fascinan a los españolitos que aseguraba que los vascos éramos los últimos cromañones en un entorno de neandertales, o al revés. El libro en cuestión estaba apilado en un lugar privilegiado de la librería, por lo que deduje que los vendedores, buenos conocedores de las debilidades de su público, estaban seguros de su éxito). En fin, que mi tía Amagoia pertenece a ese cogollito nacionalista en el que ningún advenedizo español conseguirá nunca entrar por muchas volteretas étnicas que esté dispuesto a dar. Lo digo para que se ahorren el curro porque siempre tendrán el sambenito de su hispanidad por mucho que la laceren y mortifiquen. (Hola Pachipuchi)

Hay que decir que mi tía todo esto lo hace por puro instinto. Le sale solo. Es de un nacionalismo respingón absolutamente entrañable, de una inmoralidad encantadora, casi congénita. También hay que decir en defensa de mi tía que es una persona estupenda y buena como la que más. Y que a la hora de la verdad cuando todo el mundo falla, ella está ahí siempre, cueste lo que cueste. Pero está claro que todos tenemos nuestro chichiposo.

Al atardecer la señora se levantó, plegó la hamaca y le lanzó un gesto de despedida a mí tía. Corto, casi imperceptible al que ella respondió del mismo modo. Sin aspavientos hispanos. Y mi tía dijo para sí, ¡Qué señora!

Para mi tía y los suyos con esto estaba todo explicado.

¿Están locos estos apañoles?

Aquí se aplicó un programa de adoctrinamiento intensivo en base a 2 pilares, por un lado una ideología totalista repleta de tautologías, que sólo encierran una trampa argumental para reducir el mundo a Nosotros o Ellos, con un reproche permanente para avasallar al emigrante con culpa. Sobre todo esto último. Ya ven, exactamente la misma estrategia de crear remordimientos artificiales que practica la iglesia.

Y un juego litúrgico, una estética, una apariencia.

Y todos fuimos, más o menos, vulnerables a la influencia del entorno.

Los dos elementos característicos de una secta política. Un culto destructivo cuya función es socavar deliberadamente la forma democrática de la sociedad y jerarquizarla. Una forma teocrática - más bien etnocrática - de gobierno para boicotear la democracia.

Se creo una inmensa secta, en base a un producto ideológico bastante simple y una pertenencia regida por criterios estéticos y superficiales. Y los españoles se pusieron a aplicarlos con la lengua fuera. Comenzó una carrera ridícula. En Algorta los más borrokas eran de Asturias y Logroño. Y discutías con los españoles reciclados en nacionalistas y cuando les daba el yuyu te llamaban españolazo y te imprecaban en euskera. Y tú te decías ¡Están locos estos apañoles?

Creo que muchos detectaron el cambio de actitud de los apañoles.

El éxito o el fracaso en la vida dependían de una simple liturgia: la exteriorización de los ritos nacionalistas. (Que bonito es esto de hablar en pretérito como si la farsa hubiese terminado) Había que sobreactuar y exponerlos para reconocerse como “Uno de los nuestros”, con todos esos manierismos que tienen para identificarse entre ellos. Y ya estaba.

La gente enseguida aprendió que para socializar había que seguir estos ritos y repetir unas frases hechas. Se empezó a socializar utilizando el nacionalismo. Y los emigrantes españoles fueron los primeros en apuntarse al batzoki. Y empezaron a decir ¡Ay ene! Y a votar al partido de toda la vida, el de aquí. ¡Como ellos!

Se engancharon a la mentalidad del grupo a través de un entorno muy rígido y controlado por los nacionalistas. La presión psicológica a través del entorno social afectó al pensamiento hasta anularlo. Un sistema hecho para desbaratar la identidad del individuo (creencias, comportamiento, forma de pensar y emociones) y reemplazarla por una nueva, por una identidad colectiva fabricada en un laboratorio jesuita.

He detectado miles de veces este cambio de personalidad a partir de detalles estéticos. Un tipo empieza a decir Aita renunciando a la forma en la que él se dirigía a su padre. Y desde el momento que acepta semejante intromisión en su individualidad con la única intención de gregarizar, de someterse a las formas del grupo, aceptará también otros eslóganes para lo mismo. Lo crean o no, Independentzia, amnistía osoa y aita van en el mismo paquete. En el paquete del no pensamiento, en el del gregarismo, de la uniformidad. No se rían. Es así como ocurre.

Todos aceptamos que la simple picadura de un mosquito te pueda contagiar la malaria pero no nos creemos que un simple uso social nos pueda despersonalizar hasta el punto de robarnos la voluntad, pero es así.

El pensamiento grupal es la plaga de nuestra Era, un virus que lo impregna todo, capaz de desindividualizar a cualquiera. Lo gracioso es que nos roban el alma con una chorrada. En serio, las murallas de la personalidad no se asaltan de frente, sino a través del laberinto de los usos sociales.

Matemática Étnica

Ya nació un nuevo cero
Que tendrá su devoción
(Antonio Machado)

El otro día me encontré con un amigo. Lleva unos 25 años viviendo en Canarias, iba con su hija Izaskun de 7 años que se dirigió a él llamándole Aita. Me pareció curioso comprobar que los vascos no se asimilan a la norma canaria, que no sé cual es, mientras que aquí, en el País Vasco, los españolitos sí que se asimilan a la norma olentzeril, corren a ponerse un Aita o un Garikoitz para ir a juego con el entorno, y lo hacen al minuto uno de llegar.

Así, que a partir de la observación de la pervivencia de ciertos usos sociales y demás rasgos étnicos he desarrollado un equivalente a las Leyes de Mendel, que en el futuro serán conocidas como las Leyes Grullo de los Usos Sociales y las he reducido a básicas fórmulas matemáticas, equivalentes a E= mc2, que espero me aúpen al lugar que merezco entre los matemáticos. O los payasos.


PRIMER SUPUESTO

Si un gallego se casa con una vasca tendrá hijos que le llamarán Aita. Así que las formas étnicas que sobrevivirán serán las vascas.

Es a todas luces evidente que la etnia vasca es superior a la gallega. Mucho reclamo de la diferencia pero cuando el gallego viene al País Vasco tarda unos tres segundos en cambiarse su nombre por un Txerra, otros tres en que su hijo le llame Aita y uno sólo en llamar a su chucho “Lagun”.

Por el contrario. si un vasco emigra a Galicia, como carece del tradicional complejo hispano, ni cambiará su nombre ni la forma en que sus hijos se dirigen a él, ni su perro sufrirá crisis de personalidad alguna pensando ¡quién coño es ese Lagun?

En la escala étnica, esto nos da una suma que todos sabemos.

Gallego + Vasca = vasquitos => Gallego = 0

Vasca > Gallego

Siguiendo con está lógica, insisto que derivada de la simple observación diaria, podemos simplificar que étnicamente los españoles nunca suman. Carecen de etnia. Lo que yo creía un chollo es para ellos un trauma. Así que según mi observación la suma anterior es extrapolable a andaluces, extremeños, castellanos, asturianos… vamos a ese colectivo al que habitualmente muchos se refieren como “el resto” Expresión denigrante donde las haya. El Resto = 0.

Establezcamos para simplificar algo con lo que todos, sobre todo los apañoles, estaremos de acuerdo:

Españoles = 0

En definitiva:

Español + Vasca = Aita, o sea, igual a vasquitos. => Español = 0

Vasco > español

Y ésta es la primera Ley Grullo de los Usos Sociales de la que surge una 1ª conclusión: La superioridad y mayor capacidad de supervivencia de los usos sociales vascos sobre los apañoles.

¿Qué pasa con los españolitos? ¿No tienen nada propio? ¿No hay nada por lo que sientan orgullo o con lo que se identifiquen emocionalmente? ¿Cuál es la etnia de los castellanos, extremeños, andaluces, manchegos…? Llevo tiempo preguntándolo y todavía nadie me ha contestado. En definitiva los usos sociales apañoles tienden ha desaparecer.



SEGUNDO SUPUESTO

Catalán + Vasca = mestizos vascocatalinos => Catalán = Vasco.

El vástago se dirigirá a sus padres llamando a uno aita y a la otra mama. De lo que deducimos la segunda Ley GUS: El mestizaje es posible entre vascos y catalanes porque en la escala étnica tienen un valor muy parecido. Pero, y ésta es la madre del cordero ¿por qué el mestizaje es imposible entre vascos y el resto de los españoles?



TERCER SUPUESTO

Vasco + Vasca = indiferente.

Gente que no tiene nada que demostrar, étnicamente indiferente. No sobreactúan. Pueden tranquilamente ser personas. Carecen de culpa y por ello no resultan manipulables. En serio, son capaces de decir España sin que les rechinen los dientes. Pueden defender los derechos humanos, la individualidad, la democracia… Ahí están Edurne Zarraoa Gabikagogeascoa y Endika Arana Idígoras para demostrarlo. E incluso si sus usos sociales están siendo manipulados para estructurar una secta, el vasco, sin dudarlo, renunciará a tales usos y adoptará los usos sociales perseguidos para subrayar el caracter rebelde que le caracteriza. (Algo que Aiene no termina de entender) Así que la 3ª Ley GUS (Grullo de los Usos Sociales) es que a los vascos nuestros propios usos sociales nos la pelan y que somos capaces de renunciar a ellos si está en juego la libertad. He dicho.



CUARTO SUPUESTO

Lo asombroso, lo que rompe todos los esquemas de esta ciencia hasta elevarla a la categoría de arte y el que nos da la clave de toda esta pamema étnica, es el último supuesto:

Gallego + Andaluza = Vasquitos!!! Sí, Aita será la forma predilecta por los asimilados apañoles que nada tienen de vascos pero que odian que se les note su procedencia.

Magia borrás. Etnia por generación espontánea.

Porque si 0 + 0 = vasquitos quiere decir que Vasquitos = 0

Sí, sí, esto existe. Lo veo todos los días, así que nadie me lo niegue. Y de aquí surge la 4ª y más importante conclusión de este brillantísimo trabajo: La etnia es cero, es algo artificial. Una artificiosidad posmoderna. Un cero que sobreactúa. Sí, sí, pero un cero exagerado no deja de ser un cero. Un cero inmenso es igual que uno pequeñito por muchos miles de devotos que tenga.

¿Lo ven? El problema no tiene solución porque no existe. Es cero. Huts.

¿Hay algo más español que conseguir que un problema que no existe no tenga solución? Pues sí, y ahora lo verán. Como el País Vasco es España a la dos, aquí hasta el absurdo se vive con solemnidad y hay gente que mata por un problema que no existe. Y esto, señores, es lo más español que existe: el absurdo fanático. La devoción al cero. ¿El tratamiento? Ni idea.





En fin, quiero añadir unas cuantas cosas más. Todo esto viene de una reflexión que me ha provocado una charla de por ahí.

Una ironía tremenda de discutir la solución de eso que llamán conflicto mientras la vida sigue. Es un pseudoproblema, irresoluble porque no existe, y en el que pierden sus neuronas nuestros filosofos del absurdo. La vida va por otro lado. La vasquidad es el último molino de viento, una pirámide que construyen esclavos para mantener una estructura social anticuada. Abandonaremos este problema por simple aburrimiento e inventaremos nuevos pseudoconflictos porque el español los necesita para no darse cuenta de lo imbécil que es. Y de como los vascos les robamos la cartera - que es de lo que se trata - con esa ganzúa llamada Concierto Económico.

Soy el primero en reconocer que todo esto es absurdo. Al fin y al cabo, aunque lo pretenda, la matemática étnica no es una ciencia exacta y yo sólo pretendo pasar un buen rato. Tampoco es mi intención frivolizar y negar el hecho gravísimo de que aquí hay gente atemorizada por gente que asesina. Y que tal vez por esos, sus Aitas suenan tan obedientes.

Pero para qué sirve todo esto, se preguntarán, pues muy sencillo se confrontan los diversos rasgos étnicos, nombre, usos sociales, trato con el origen y el valor que obtenemos lo ponemos en la escala del ridículo cuyo valor más alto es Apañol. Así sabemos la capacidad para el ridículo de cada uno. El record lo tiene un tal Kubati. Seguido por un tal Pernando. En el mismo juego en catalán, arrasa un tal Carod que como Rafa Diez, aunque siempre se refieran a él como Usabiaga, es hijo de guardia civil franquista. ¿Qué pensará su padre, o aitatxu, de que siempre le ignoren?

*Otra cosa, el 2º supuesto es un poco artificial, los vascos somos tenidos incluso por los catalanes como una etnia superior, más antigua. Basta con observar como el hibrido de Arreko alardea de vasco en Cataluña e ignora esa mancha que supone su abuela burgalesa.

*Insisto, la madre del cordero es ¿por qué el mestizaje es imposible entre vascos y el resto de los españoles? Muy sencillo, los españoles carecen de color, son transparentes, acomplejados y cuando se juntan con un étnico, vasco o catalán, sólo predominará el color étnico al que el español se pliega sumiso.

* Es más la pareja gallega del vasco será la que presione para que su primer vástago se llame Aitor. Incluso en caso de vivir en Galicia. Porque para los españolitos existe una relación directa entre Etnia y Status. Y consideran a la vasca como la etnia superior. (Este es un fenómeno todavía no muy estudiado: la sobreidealización de lo vasco por parte de los españoles. Yo que me conozco el percal les aseguro que esto es algo totalmente incomprensible. Pero es así.)

Perdonen las molestias.

Lo español como estigma

Todos conocemos las técnicas adaptativas al entorno y si este entorno es nacionalista sabemos todos muy bien quienes son los más volubles a adaptar sus formas externas, sus convencionalismos, a los rituales nacionalistas: los apañoles.

Paradójicamente, el tremendo esfuerzo que realizan para ocultar su estigma, lo que ellos consideran un estigma: su españolidad, puede llevarles a, precisamente, ponerla de manifiesto. Así, todos sabemos ¿o no? que un tipo que se llama Jon Kepa Garikoitz es sin lugar a dudas español. Y cuanto más empeño ponga en subrayar y dotarse de convencionalismos sabinianos más cercano sabremos que está del prototipo de mimético español. Porque un andaluz hijo de María de los Milagros tiene que hacer un esfuerzo extra de adaptación para superar su déficit de integración que, digamos, uno de Logroño.

De hecho, las mismas técnicas que utilizan para disimular su estigma nos revelan la verdad. Todos sabemos que un tipo que contesta en batua a un escrito en la lengua de Unamuno es más español que Chiquito de la Calzada. ¿o no?

Todos reconocemos a un tipo disfrazado en el acto. El mecanismo de encubrimiento es tan burdo que es fácil desenmascararle. Y todos reconocemos estos maquillajes étnicos que algunos se ponen en capas más gruesas que Rocio Jurado. Cuando uno finge un rol lo peor que puede hacer es sobreactuar. Y, señores, la realidad vasca cada día se parece más a carnavales. Sabemos que bajo tanta simulación está sólo encubriendo su verdadera identidad, la suya, de la que él reniega y se avergüenza: la española.

A mí me da mucha tristeza porque esta gente es doblemente traidora y lo tiene que estar pasando fatal. Porque se tiene, por fuerza, que sentir ajena a su nuevo “grupo”, ya que tanto sobreesfuerzo demuestra que no puede identificarse de forma total y natural. Y a la vez, por fuerza, se tiene que sentir desleal y despreciable cuando no puede responder a los insultos hechos por los miembros de la categoría en la que cree acaba de ingresar contra los de la categoría a la que él pertenecía: los españoles. En especial cuando él mismo piensa que es peligroso no adherirse a esa difamación porque podría descubrirse.

Seguramente a algún homosexual le habrá ocurrido alguna vez. Habrá estado en la situación de tener que reírse de un homosexual para no ser tenido por tal, y seguramente hasta se haya inventado conquistas femeninas… y seguramente en esos momentos tan cobardes y tan humanos el tipo se haya odiado a sí mismo. Los que así actúan prestan muchísima atención a determinados aspectos formales de la situación social que otros abordan sin un cuidado o un cálculo especial. Lo que para unos es el fondo, para ellos es la forma. Ellos sienten que lo peor que les puede pasar es tener algún tipo de españolidad. Vaya paranoia. Qué mal lo deben de estar pasando. “- Mama, mama ¿se me ve España por algún lado? –Sí, hijo. Sí. ¿En qué? En el camuflaje, hijo, en el camuflaje.”

Precisamente

Aunque uno se ponga un Garikoitz, unos pendientes, e imites esa mirada borreguil inconfundible… se nota. Pero ¿por qué se avergüenzan? ¿No tienen nada de que enorgullecerse?

Es normal que cuando uno marcha a vivir a otro país haga un esfuerzo de integración - aunque no tiene por qué, con respetar las leyes, las normas de convivencia basta, - pero ¿tanto? ¿Y con tanta intensidad? En serio, ¿no hay nada de ellos mismos que respeten? Podrían aprender un poco de dignidad de todos estos filipinos y subsaharianos que vienen en pateras, sí, y en pelotas, pero con bastante más dignidad étnica que cualquier españolito.

Seguramente algunos no se encuentre aún, desde el punto de vista psicológico, en condiciones de soportar la revelación. Pero, vamos a probar, a ver agárrense a la silla: Señores Permach, Montero, Morcillo, Madrazo, Parrena, Patxilo,… ¡Son ustedes españoles!

El problema es que ha renunciado a su identidad personal para encajar en una identidad social artificialmente creada y de este engaño no puede surgir nada bueno. Vaya alboroto emocional que llevan. Han gregarizado contra un enemigo que son ellos mismo. Como esos homosexuales que tiran piedras a los suyos para no ser reconocidos como tales. Me pregunto ¿Qué ocurre con estos españolitos cuando regresan en verano a su pueblo?

Hala Cenicientos que son más de las 12 y vuestra identidad es una calabaza.

(Fin de la 5ª parte. Y ahora viene la 6ª que es la más interesante)

Veraneantes

Veraneantes

El problema no son los nacionalistas, que son cuatro gatos, y su poder no pasaría de ser una anécdota. El problema, para las pocas personas normales del País Vasco, son esos españoles de orejas gachas que legitiman su poder con su obediencia. Son ellos los que, con no sé que extraños complejos y un infinito afán de asimilación, realmente les conceden a los nacionalistas un poder que no deberían tener.

Me explico: imaginemos un pueblo que se convierte en lugar de segunda residencia para muchos veraneantes. Siempre aparecen los cuatro aburridos del pueblo que convierten su localismo en la forma de relacionarse, que se juntan y gregarizan amparándose en esta pertenencia. “Somos los del pueblo, los que estamos aquí todo el año… bla bla bla”. Y así se sienten como más jefes, como si tuviesen más derechos. Una casta privilegiada. Para el conjunto de los habitantes de ese pueblo estos fascistillas domésticos, en principio, no alteran la convivencia y sus tonterías sólo producen sonrisitas condescendientes. En principio.

El problema se convierte en tal cuando determinados veraneantes acomplejados y miedosos, en vez de sonreír condescendientes e ignorarles, legitiman ese poder local y hacen esfuerzos enormes por parecerse y ser aceptados por semejante panda de mediocres. (Siempre son los mediocres los que así se asocian.) Entonces los pequeños tontos se lo creen, y su poder, gracias al reconocimiento de emigrantes cabizbajos, pasa a ser real.

Y si a un tonto le das un tambor, pues es un coñazo pero si le permites que sea él el que defina en qué consiste ser o no ser parte de ese pueblo… la cagamos. Porque hace de este sistema primitivo de pertenencia, un mecanismo de poder, de su poder, que termina convirtiéndose en un requisito para todo el mundo y en un problema para la libertad individual, para la convivencia y para el conjunto de los habitantes del pueblo que sólo tienen culpa, por no haberse tomado algo tan ridículo en serio. Esto les hace responsables. Desde el momento en que dieron la primera paliza a un veraneante que no se sometía tenían que haber cortado por lo sano, reprochándoles su actitud y excluyéndolos socialmente hasta que se curasen.

El problema son los Permach, los Madrazo, los Perez Ruiz, alias Kuwati, los PatxiloPez…. sintetizando: los españoles sin identidad. Esos acomplejados que se dicen de izquierdas que copian las formas que el macarrilla del pueblo ha decidido que son las definitorias y las convierte en requisito para todo el mundo. Rehabilitando a través de las formas una estructura más propia de las sociedades estamentales que de las democráticas.

Es igual que las viejas sociedades teocráticas. Sólo que ahora en vez de dar poder al cura del pueblo se lo da al que más ruido mete con la pucheta o con la pistola. En fin, al más capaz de provocar miedo o exclusión. Y así regresamos a estructuras de pertenencia tribales por no decir animales o de manada, basadas en el miedo, el terror y la estética, en las que la mano de una opinión publica teledirigida ahoga la individualidad e impide esa verdadera libertad que reside en la mente. Es simplemente ese colectivismo católico y formal tan español, tan de siempre el que, bajo nuevas máscaras, sobrevive en el País Vasco.

Si no existiesen los acomplejados españoles con los que tan bien se complementan, los nacionalistas serían miniminoría. Entonces miraríamos a los nacionalistas de forma condescendiente dando por supuesto ese inevitable tanto por ciento de idiotas que existe en toda sociedad.

Conclusión: El nacionalismo vasco se nutre de los complejos de los españoles.

Olentzerator

El maligno no es rojo con tridente y orejas afiladas. El maligno viste jersey lanudo, de punto cuanto más tosco mejor, y va de majete. Sí, señores, el mal existe, camina por nuestras verdes praderas abduciendo a las gentes y convirtiéndolas en una caricatura de él mismo. Cada día observo asustado a más mutantes. Tienen todos los mismos rasgos. Una obsesión por definirse a sí mismos como majos, sencillotes, campechanos y naturales. Les encanta, especialmente, decir esto de natural. La palabra favorita de semejante panda de artificiosos.

El nacionalismo es un virus social que se propaga a través de las formas. Los primeros síntomas pueden comenzar por un sencillo Donosti o un Aita… luego empiezan a escribir con kas, zetas, y ene antes de be o pe. Lo que sigue, sin remedio, es una cuesta abajo al pozo séptico del colectivismo y la despersonalización. Tanto que hasta pasan a hablar de sí mismos siempre en primera persona plural, que si nosotros noséqué que si nosotros nosécuantos. Y de un no sé qué “ellos” que parece tener la culpa de todo.

He observado que los apañoles son especialmente propensos a ser infectados por el Olentzero. Hay que verlos practicar el Donostismo y el arratzaldeon sobreactuando como cualquier actor de El método.

Si alguien conoce algún remedio, alguna pócima, cualquier tipo de sortilegio para desolentzerizar el país, por favor, compartan. Estoy rodeado y necesito el arma definitiva contra los abducidos por el olentzero. Mi realidad cada día se parece más a una peli de ciencia ficción de serie B. Los gastos de producción corren a cargo del Concierto Económico y las trampas del autogobierno. Ayer le ocurrió a mi mejor amigo. Hacía tiempo que no me llamaba para pasear, como si estuviese ocultando algo que le diese vergüenza. Al principio todo fue normal. Aunque observé que sus ropas habían cambiado y que caminaba de una forma extraña, arrastrando los pies. El primer síntoma lo percibí cuando me describía a un conocido suyo como un tipo campechano. Atribuyendo a la campechanía valor positivo. Como si no supiese que la campechanía es en el País Vasco el estereotipo más fácil tras el que se esconden los cobardes. Luego nos encontramos con su mujer e hija. Cuando la mujer se dirigió a la hija con un “Mira a tu Aita.”. Mi amigo me miró aterrado, sabedor de que le había descubierto. Casi salgo corriendo. La vergüenza ante la evidencia de su propia cobardía se transformó en odio hacía mí. Comenzó a ser agresivo cuando yo aún no había abierto la boca. El regreso a casa fue triste. Caminaba mirándome los pies. Estoy solo rodeado por los olentzerizados. Creo que soy el último. Sé perfectamente que para sobrevivir hay que hacer como que eres como ellos.

Intentan convencerme, me dicen que la abducción no es dolorosa. Que no es como cuando te cortan un brazo. Que una conciencia amputada es una liberación. Igual hasta tienen razón ¿para qué tener algo que no sirve para nada, sólo te da disgustos y te margina de tu entorno? ¿Por qué coño mi conciencia me dice que éste entorno es inmoral? ¿Qué hago? Me adapto, no me adapto, me adapto. Darwin ¿Toy condenado a desaparecer por inadaptado?

Qué ha sido eso? hay alguien ahí. Socorro. Ahhhajjjjjlajjgaagggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggg
Aupa chavales. ¿Zer moduz?, ¿puedo volver a ser vuestro amigo? Fundido a negro.

El triunfo final del olentzero.

A ti, apañol

Apañol, primero te agradezco que vayas de frente.

No entiendes absolutamente nada. Ocurre que algunos están prisioneros de las mimes de su entorno y son incapaces de asimilar opiniones que las contradigan o pensar por su cuenta. O igual es todo más simple: no saben ni leer ni distinguir la literalidad de un texto de su funcionalidad.

No creo que burlarse de la indignidad de algunos comparándola con la dignidad de un perro de aguas sea algo bueno o malo. Me basta con que sea eficaz. No insulto al apañol porque sí, le insulto para que reaccione. Sé, por experiencias propias, que el orgullo nos está esperando en el fondo del pozo, que con el impulso del fondo se llega antes a la superficie.

Además, no son exactamente insultos, describo objetivamente las acciones del apañol siendo fiel al lenguaje. Las califico como lo que son. Vosotros os definís por vuestros actos. Y vuestros actos obtienen la calificación objetiva de inmorales, ridículos, ademocráticos, humillantes…sois así. Qué le vais a hacer.
¿Hasta dónde puede caer el apañol? Ni idea, de momento el record lo estáis poniendo a una altura “abisal”. Igual es que no tenéis fondo. Entonces os merecéis vuestra suerte. Y yo tengo derecho a buscar una suerte mejor.

Mañana el apañol habrá escrito una de las páginas más gloriosas del ridículo. El españolito acomplejado Patxi - observen los detalles de servilismo pornográfico en el nombre vasquizado y la tx de rigor - Lopez guiñará el ojo – unas diez mil veces – al que le asesinaba. Y no sabemos cómo interpretará nuestro Arnaldo los coqueteos, pero me temo que va a haber beso con lengua. Ante las cámaras. Y todos sabemos - ¿o no? - quien va a ser el sado y quien el maso en esta nueva perversión sexual que algunos han decidido llamar La Paz.

(Espartero como figura histórica comparada a Patxi Lopez. Supongo yo que se estará revolviendo en su tumba. Pobre Espartero, no creo que a nadie le hayan insultado de una forma tan cruel. Patxilopez que eres un patxilopez.)

No creo en las razas, aunque existan y las estemos superando, pero existen, sí, los condicionamientos históricos que a vosotros os convierten en unos acomplejados que disfrutan autohumillándose. Si sois incapaces de entender la igualdad ciudadana, la justicia, la democracia… que os den. Sed vosotros mismos los causantes de vuestra desgracia. A mí no me arrastráis. Yo soy capaz de defender vuestros derechos, la igualdad para todos los individuos, pero vosotros no sois capaces ni siquiera de defender no ya los míos, sino los vuestros. Solucionad vuestros problemas de autoestima, decid el nombre de vuestro país sin avergonzaros, que los jugadores de vuestra selección tarareen el himno con ilusión, sin sisearlo ni bajar la mirada… cuando seáis capaces de funcionar como colectivo… cuando cumpláis las condiciones mínimas de personas dignas con las que compartir ciudadanía, estaré encantado de hacerlo con vosotros. De momento no, gracias. Yo no disfruto haciendo el ridículo. Lo paso fatal. Me dais una inmensa vergüenza ajena.

Para ir a juego con el presidente y el populacho que tenéis, propongo que se cambie el himno por la gallina turulata, y se traslade la capital a Lepe. Una barbacoa y las barracas pueden sustituir a Cortes Generales y diferentes Ministerios. Para lo que sirven.

Vivapaña.

*Querido moderador, deduzco por sus prácticas que había más libertad cuando había “guerra”. Ahora que viene la paz no para usted de censurar. Cada cual que saque sus conclusiones sobre las condiciones de esta paz que se nos viene encima. Una paz que acojona.

El Perro

Fue justo cuando me asomaba a Maria Cristina. El viejo le arreó un patadón y el chucho salió por patas soltando gritos agudos. En ese momento cometí el error de mirarle a los ojos con lástima. Nuestras miradas se encontraron. Una milésima de segundo. Fue suficiente. El chucho la captó en el acto. Era uno de esos perros a la búsqueda de dueño y, claro, me escogió como antes, supongo, había escogido al que le acababa de patear.

Inevitablemente se puso a seguirme con orejas gachas y ojos llorosos, subrayando su expresión lastimera. Porque era la lástima el arma que estaba empleando para conseguir lo que quería.

Me detuve en mitad de Basagoiti. Le miré a los ojos mientras pensaba: “No hagas eso. Tú no eres un apañol. Tú eres un perro, tú tienes dignidad. Perro, aprende a despreciar lo inhumano que tienen los humanos, mira al españolito por encima del hombro. Tú vales mucho más. Tus instintos asilvestrados son infinitamente más dignos que esos españolitos domesticados. Perro, tú tienes dignidad, jamás pactarías con tu enemigo la derrota de tu rival democrático, jamás permitirías que te gobernasen personas que traicionan el interés general para enriquecer a una región particular, no extenderías el pacto de Lizarra a toda España….”

Sí, sí, lo sé, un discurso a todas luces desmedido para un perro, pero no se rían porque de alguna manera el bicho me entendió. Irguió su cabeza y sus ojos recuperaron un orgullo perdido de quien sabe que alguna vez tuvo voluntad propia.

Se marchó siguiendo su camino.

Mientras caminaba me cruzaba con reconocidos apañoles. Escuchar a los apañoles decir Aita me revuelve las tripas. Hacer semejantes exhibiciones de servilismo, de traición a lo propio… pornografía de la obediencia. Perritos agachando las orejas. Lastimosos apañoles a la búsqueda de dueño. No pude evitar verlos a todos con collarín. Y ya se sabe para qué sirve un collarín. Para atar una correa. No parece molestarles. Aquel perro era más libre, más humano que muchos que yo me sé. Algo con lo que, estoy seguro, el genial Jack London estaría de acuerdo.

Sé que los instintos primitivos de ese perro jamás asumirían las tesis de sus asesinos de que han matado por su culpa, convirtiéndole a él y a los suyos en asesinos. En cambio, la supuesta inteligencia del apañol, ese animal inferior, asume sin problemas que ETA mataba por la opresión Española. Como si esta m. de Estado fuese capaz de opresión alguna. Si asumes este hecho tendrás que asumir tu responsabilidad histórica como asesino. Asesinaban por tu culpa. Y el apañol, por poder y cuatro perras, les da la razón.

Mañana se entrevistarán, en nuestro nombre, un caniche estrábico con un tic en el ojo y una hiena siniestra. Nuestro caniche, nuestro estado ridículo, le mirará a los ojos al bandolero mezquino, imitando la mirada de Clint Eastwood que lleva ensayando todo el mes, y la hiena se lo hará encima, temblará hasta morirse… de risa. Estos apañoles son la p. bomba. Mañana, señores, el abrazo de Lizarra. Mañana, señores, la mezquindad y la farsa se sientan en la misma mesa. Hagan sus apuestas.

Al perro lo vi el otro día. Me lo cruce exactamente en el mismo sitio, bajo las brujas de Maria Cristina. Iba rodeado de perritas que le seguían. Ni me miró. Un extraordinario perro de aguas. Cruzó por delante de mí con un desdén casi chulesco. No me molesto.

Prefiero el orgullo que el servilismo.

*Escrito cuando Pachilo se reunió con Otegi para mirarle fijamente a los ojos. Algo para lo que físicamente está incapacitado. Basta ver su tic.

Att Etarras, oferta de empleo

Empresa solvente con tradición en el sector ofrece: Horario flexible, altas remuneraciones, sueldo base más comisión mensual, vehículo a cargo de la empresa con diseño exclusivo, teléfono móvil, dietas y kilometraje. Además, la empresa proveerá un uniforme tan exquisito que hasta pasaríais desapercibidos en la boda de Ana Aznar o en la de la mismísima Leti.

Imprescindible carné de conducir B1

Con nuestra tecnología y vuestro noujau salimos a bolsa en un par de meses. El trabajo es, además, emocionante, mucho más que un puesto de ertzaina o esas aburridas cátedras que os regalan en la UPV. Se adecua perfectamente a las labores que hasta ahora habéis desempeñado. La fase de reciclaje se prevé corta. Básicamente, se trata de cambiar el verduguillo por la chistera.
La oferta es en firme. Euskal Herria ya no es lo que era. Conocedor de vuestra probada capacidad de entrega, os aseguro que mi empresa - vuestra empresa - puede sustituir a ese ente colectivo al que regalasteis vuestra individualidad.
Os acogeremos como esa madre que siempre buscáis.
Morosos temblad.

Tiburcio Garcilopez, director gerente. “El Cobrador del Frac.”