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Tuesday, May 13, 2008

La burla del bigotes al enano

La burla del bigotes al enano

Permalink 23.03.07 @ 16:14:56. Archivado en Sobre el autor

“Carod, quiero anotar en mi cartera
La gracia de tu rama verdecida.”

Cuando la burguesía provinciana catalana decidió convertir el territorio del que se consideraban dueños en un gimnasio étnico obligando a todos a unos ejercicios de los que ellos, por supuesto, estaban exentos, se les pasó por alto un pequeño detalle: la extraordinaria capacidad mimética del españolito. Le menospreciaron. Ignoraron que estaban viéndoselas con un suarcenager de puro músculo mimético. Inmenso error.

Nunca imaginaron que uno de estos españolitos iba a asumir tan traumáticamente la catalanidad que hasta la iba a liderar. Pero es que ignoraban la característica más sobresaliente del Mortadelo español: que cuando cambia el tricornio por la barretina cambia también de cabeza. Así llegó el momento inevitable en que el manipulado dirigió su mirada sobre quienes le habían manipulado, para exigirles el mismo modelo de pureza que a él le habían exigido. El monito le había arrebatado el látigo al domador y era él ahora el que les mostraba el aro.

A Pujol le han robado la cartera en sus narices con las técnicas que él mismo había perfeccionado. Se le ve inquieto, anonadado. No sabe lo que está ocurriendo. Está K.O. Igual hasta tienen que recuperar el discurso de la ciudadanía y de la democracia para recuperar el poder. Esa afición del españolito al ridículo jugará siempre en contra de la intención última de cualquier etnicista: mandar ellos. Los catalanes tienen todas las de perder. El españolito ganará siempre, es imbatible, un magnífico acróbata capaz de realizar, sin pestañear, las conversiones étnicas más inverosímiles.

Los de CIU se equivocaron, el estereotipo catalán es más fácil de cumplir que el vasco. Tenían que haber sido más racistas para acomplejar más y evitar que los clonados se les subieran a la chepa. Tenían que haber complicado la lengua catalana en vez de empeñarse en popularizarla. Tenían que haberse protegido las espaldas, haber mantenido siempre algún reducto en el que refugiarse en caso de peligro mimético. Tal y como han hecho los nacionalistas vascos con los apellidos o con el mismo euskera que por un lado lo han popularizado pero como a Atutxa ante la justicia, siempre les quedarán el vizcaino, los dialectos, el euskera “auténtico” para mantener la jerarquía y acomplejar a todos esos que sólo hablan euskera de euskaltegui, tal y como ellos dicen con desprecio. Euskera de piscifactoría. El suyo es del Cantábrico.

En el arte de jerarquizar la sociedad de acuerdo a criterios étnicos los catalanes son unos amateurs. El nacionalismo vasco lava más blanco. Aquí sí que hay know how. Tendrían que venir aquí a hacer un Master en Loyola. Pero ya es demasiado tarde.

El nacionalismo lleva en el éxito su fracaso y los clonadores de CIU están ahora en su propia trampa. Uno confiesa estar disfrutando viendo a esa burguesía paleta completamente desplazada ante el avance de los clones. No saben qué hacer. El hijo de un guardia civil aragonés criado en una casa cuartel abanderando el independentismo catalán. Que inmensa burla histórica. Es como si el Cid fuese un morito. ¿No es Carod la prueba más absoluta de que el etnicismo morirá de éxito?

El monito agita el aro ante un domador aturdido. Pujol mira hacía los lados, no comprende la gigantesca burla de la que está siendo objeto. El monito le dará unos latigazos en la grupa, y Pujol, prisionero de su propia inercia, pasará por el aro, víctima de un engaño que él había preparado para otros. Prisionero de la propia lógica de la mentira instrumental por él creada. La burguesía catalana va a tener el mismo final que la literatura nos enseña que tienen los vanidosos que manipulan el alma humana en provecho propio. Como Victor Frankenstein, o el creador de replicantes de Blade Runner, o el doctor Moureau y su isla de monstruos. Morirán a manos de sus propias criaturas.

Carod es un fraude, la personificación del españolísimo tocomocho en versión étnica. Aunque parezca lo contrario, Carod es el fin del nacionalismo catalán tal y como hasta ahora lo conocíamos. Lo que ahora está surgiendo tendría que tener, en rigor, otro nombre, porque es el fin de una época. La mentira ha dejado de ser un instrumento para convertirse en la verdad. Es el fin de una burguesía que hizo hacer el ridículo a todos y ahora les toca a ellos chapotear en los purines de la degradación. Como a los Krupp, los Thyssen y tantos otros. Los de CIU, por mucho que sonrían en el Congreso de los Diputados, están temblando. No iban a fabricar ellos toda esta gigantesca burla para que la disfruten otros.

Quiero alzar mi copa y brindar por el españolito - con sidra, por mucho que diga Rajoy - y rendirle honores, porque su vida no ha sido fácil, y teniéndolo todo en contra ha triunfado. Uno admira la voluntad, la tenacidad la perseverancia, aunque tan magníficas cualidades se apliquen a la ardua labor de despersonalizarse. Y yo, que siempre me burlo de él, hoy - y sólo hoy - me descubro ante el españolito. Hay respeto entre mis carcajadas. Es un triunfador, un superviviente nato. Se lo ha currado como nadie. Porque le han exigido ejercicios de despersonalización imposibles y los ha superado con nota. Su esfuerzo no puede quedar sin reconocimiento.

Mañana seguiré señalando sus podredumbres
Pero señor Carod, hoy, quiero anotar en mi bloguito
La ironía de su esforzado mimetismo.
La burla del bigotes al enano.

**(Sí, sí, sé que es una herejía tocar un verso tan increíble para darle un uso tan cutre. Rozar siquiera a Carod con Machado da urticaria. Pido perdón por ello. Hace bien poco estuve en Colliure y de una tumba desplacé la agresiva simbología pijoprogre, retiré la ikurriña que había colocado un sinvergüenza, y deposité la rama de un limonero. Era uno de esos días azules, con un sol de la infancia.)

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