El hombre es un enchufe
Un amigo, un tipo con una concepción de la fidelidad en la amistad casi religiosa, capaz de poner la cara por sus amigos en las situaciones más complicadas, me comentaba que había conseguido un suculento contrato con la administración pública nacionalista. Como al parecer no le hice mucho caso y no parecía haber valorado en su justa medida los méritos de mi colega, él insistía: “No te creas, eh, que esto ya no es lo que era. Ahora hay que peleárselo mucho. Hay que valer.” Según me relataba los hechos noté que mi amigo no se había trabajado el producto, mi amigo se había trabajado el enchufe. Siguió. Y en una curiosa inversión de los valores de la profesionalidad, mi amigo se refería no a su habilidad personal, su capacidad artística, a la relación calidad precio o a la competitividad del producto por él creado, sino al enchufe en sí. “Es muy complicado. Te tienes que dejar una pasta en cenas y regalos. Llamadas de teléfono, que tus hijos se hagan amigos de los suyos, llevártelos los fines de semana. Cualquiera no lo consigue.” Tanto insistía que no pude menos que felicitarle.
Este es el sistema de meritoriaje apañol. Uno no se gana el pan con el sudor de su frente, sino con su capacidad para autodegradarse, para demostrar su predisposición a obedecer a determinadas reglas sociales. En una extraordinaria perversión del esfuerzo, el apañol se curra la obediencia, se esfuerza, para que le enchufen y no tener que currar más. Terrible, señores, el hombre es un enchufe para el hombre. Y más en nuestro particular feudalismo industrial, ahora de servicios.
Me descubro ante esta gente que siempre trata de sacar partido de cualquier situación y hasta se las arregla para sacar ventajas de las peculiaridades de nuestro caciquismo totalitario y asesino. Es está la posición que más me asombra, la de aquellos que no cuestionan el caciquismo localista sino que simplemente se adaptan y tratan de adaptarse y sacar tajada. Unos genios de la adaptación que tratan de triunfar dentro del marco del sistema. De cualquier sistema. No saben cómo envidio su capacidad para la supervivencia, su insensibilidad moral…
Y también me asombro de la capacidad para la dualidad de los humanos porque ya digo que mi amigo es un tipo excelente.
A veces sospecho que sería magnífico irse de birras con el doctor Menguele.
Un saludo
0 Comments:
Post a Comment
<< Home