Lo español como estigma
Todos conocemos las técnicas adaptativas al entorno y si este entorno es nacionalista sabemos todos muy bien quienes son los más volubles a adaptar sus formas externas, sus convencionalismos, a los rituales nacionalistas: los apañoles.
Paradójicamente, el tremendo esfuerzo que realizan para ocultar su estigma, lo que ellos consideran un estigma: su españolidad, puede llevarles a, precisamente, ponerla de manifiesto. Así, todos sabemos ¿o no? que un tipo que se llama Jon Kepa Garikoitz es sin lugar a dudas español. Y cuanto más empeño ponga en subrayar y dotarse de convencionalismos sabinianos más cercano sabremos que está del prototipo de mimético español. Porque un andaluz hijo de María de los Milagros tiene que hacer un esfuerzo extra de adaptación para superar su déficit de integración que, digamos, uno de Logroño.
De hecho, las mismas técnicas que utilizan para disimular su estigma nos revelan la verdad. Todos sabemos que un tipo que contesta en batua a un escrito en la lengua de Unamuno es más español que Chiquito de la Calzada. ¿o no?
Todos reconocemos a un tipo disfrazado en el acto. El mecanismo de encubrimiento es tan burdo que es fácil desenmascararle. Y todos reconocemos estos maquillajes étnicos que algunos se ponen en capas más gruesas que Rocio Jurado. Cuando uno finge un rol lo peor que puede hacer es sobreactuar. Y, señores, la realidad vasca cada día se parece más a carnavales. Sabemos que bajo tanta simulación está sólo encubriendo su verdadera identidad, la suya, de la que él reniega y se avergüenza: la española.
A mí me da mucha tristeza porque esta gente es doblemente traidora y lo tiene que estar pasando fatal. Porque se tiene, por fuerza, que sentir ajena a su nuevo “grupo”, ya que tanto sobreesfuerzo demuestra que no puede identificarse de forma total y natural. Y a la vez, por fuerza, se tiene que sentir desleal y despreciable cuando no puede responder a los insultos hechos por los miembros de la categoría en la que cree acaba de ingresar contra los de la categoría a la que él pertenecía: los españoles. En especial cuando él mismo piensa que es peligroso no adherirse a esa difamación porque podría descubrirse.
Seguramente a algún homosexual le habrá ocurrido alguna vez. Habrá estado en la situación de tener que reírse de un homosexual para no ser tenido por tal, y seguramente hasta se haya inventado conquistas femeninas… y seguramente en esos momentos tan cobardes y tan humanos el tipo se haya odiado a sí mismo. Los que así actúan prestan muchísima atención a determinados aspectos formales de la situación social que otros abordan sin un cuidado o un cálculo especial. Lo que para unos es el fondo, para ellos es la forma. Ellos sienten que lo peor que les puede pasar es tener algún tipo de españolidad. Vaya paranoia. Qué mal lo deben de estar pasando. “- Mama, mama ¿se me ve España por algún lado? –Sí, hijo. Sí. ¿En qué? En el camuflaje, hijo, en el camuflaje.”
Precisamente
Aunque uno se ponga un Garikoitz, unos pendientes, e imites esa mirada borreguil inconfundible… se nota. Pero ¿por qué se avergüenzan? ¿No tienen nada de que enorgullecerse?
Es normal que cuando uno marcha a vivir a otro país haga un esfuerzo de integración - aunque no tiene por qué, con respetar las leyes, las normas de convivencia basta, - pero ¿tanto? ¿Y con tanta intensidad? En serio, ¿no hay nada de ellos mismos que respeten? Podrían aprender un poco de dignidad de todos estos filipinos y subsaharianos que vienen en pateras, sí, y en pelotas, pero con bastante más dignidad étnica que cualquier españolito.
Seguramente algunos no se encuentre aún, desde el punto de vista psicológico, en condiciones de soportar la revelación. Pero, vamos a probar, a ver agárrense a la silla: Señores Permach, Montero, Morcillo, Madrazo, Parrena, Patxilo,… ¡Son ustedes españoles!
El problema es que ha renunciado a su identidad personal para encajar en una identidad social artificialmente creada y de este engaño no puede surgir nada bueno. Vaya alboroto emocional que llevan. Han gregarizado contra un enemigo que son ellos mismo. Como esos homosexuales que tiran piedras a los suyos para no ser reconocidos como tales. Me pregunto ¿Qué ocurre con estos españolitos cuando regresan en verano a su pueblo?
Hala Cenicientos que son más de las 12 y vuestra identidad es una calabaza.
(Fin de la 5ª parte. Y ahora viene la 6ª que es la más interesante)
1 Comments:
Eso de responder en Batua a un escrito en español me recuerda cierta ocasión en que escribí a José Ramón Aiartza (que supongo que es el Ayarza de toda la vida) e Inazio Garín, profesores de la UPV, solicitando una oportunidad para realizar el doctorado, en la lengua de Cervantes, y me respondieron en Batua dándome, adémás, una contestación negativa y con bastantes malas formas, si la memoria no me falla, con lo que mi puteo fue doble. Creo recordar que utilicé el Batua para mandarlos a la mierda educadamente...
Post a Comment
<< Home