15.05.07 @ 14:20:36. Archivado en Sobre el autor
-¿Cómo están ustedes?
-No les escucho ¿Ha sido eso un rumor?
-A ver, otra vez. ¡¡¡¡Cómo están ustedes? Bien mucho mejor.
-Por favor, algún apañol voluntario. No, no se asusten, no se encojan en sus asientos como hacen todos los españolitos, Aprendan de los americanos que, cada vez que se piden voluntarios, decenas levantan la mano con ganas de participar, ser escogidos y disfrutar. ¿No? Ni por esas. Bueno, pues al azar. A veeeeeer… ¡ese señor bajito de la segunda fila! El padre de familia. Sí, sí, acérquese. No sea tímido. Sí, sí, usted, el del barbour con gomina. Síiiii, el de los náuticos y el Lacoste con la rojigualda bordeando los cuellos. Venga aquí.
-¿Cómo se llama usted?
-Juanjuan
-Encantado Juanjuan. Es usted del PP, claro.
-Del PP, nieto de militares, hijo de franquista y opusiano.
-Guaaaaaau. Lo tiene usted todo para triunfar. Adelante compañero, a la jaula.
-Vamos a meter al apañol en una jaula en la que hay 6 nacionalistas dispuestos a manipularle. Y en otras dos jaulas con otros 6 nacionalistas cada una vamos a hacer lo mismo con un vasco y un indígena de la amazonia o el último subsahariano de la patera. No se preocupen, pueden aplaudir, reír o llorar. Lo que quieran. Nosotros podemos escucharles y verles pero ellos a nosotros no.
-A ver cierren bien. Compruebe por favor. Gracias.
-¿Que por qué la probeta doblemente sellada? Porque la Gran Mutación es una enfermedad extremadamente contagiosa. Ustedes verán.
-Observen cómo según entra en la jaula el españolito escanea con sus sistema de navegación social el nuevo entorno en el que va a tener que integrarse. Detecta en el acto los donostis, los euscalerrías y los aitas de la conversación así como las vestimentas ideologizadas de sus nuevos amigos. Le encantan esas palmetadas que se dan en la espalda y ese clima de camaradería que exhiben y del que hasta alardean. El apañolito no puede resistirse, desea con todo su ser formar parte de ese Nosotros tan magnífico que acaba de descubrir. Entiendan que esta exhibición de campechanía es un simple cebo que el españolito corre a morder. Observen cómo se desengomina el pelo y se lo revuelve, se quita el barbour, se saca los faldones de la camisa, cambia los náuticos por unos pisamierdas y le pone al GTI el solcete con el nuklearik ez. Porque el españolito es incapaz de defenderse de los sentimientos de afinidad que le están reclamando. Bien, en pocos segundos nuestro apañol ha abandonado ese aspecto de cazador de cortijo franquista hasta conseguir parecer un borono.
-Observen cómo cede. Observen cómo dice Donosti. Como alistándose. Impresionante. ¿Han escuchado ustedes ese Donosti jatorril? Señores, asombroso. ¡Lo que acabamos de ver! No pueden ustedes imaginar de lo que han sido testigos. No hay palabras. El españolito ha superado al rebaño de patos en gregarismo y según el Mimeticron la raya de la despersonalización ha llegado al nivel de la anchoa. ¡Que Donosti ha dicho, buenísimo! Disfruten del servilismo que exhala, de la pureza de su mediocridad. No lo nieguen. Esto se merece un aplauso.
-Espectacular el españolito, un superman del mimetismo.
-Vamos a darle una sardinilla a nuestro Flipper por este Donosti extraordinario con el que nos ha obsequiado, una sardinilla en forma de sonrisitas, palmadas generalizadas y demás muestras de amistad. Para que así se crea incluido en ese Nosotros que le derrite. Porque así convenientemente estimulado verán ustedes cómo el apañol va a ser capaz de realizar las cabriolas étnicas más divertidas.
-Los perritos de Pavlov son personajes tridimensionales comparados con estos españolitos de instintos miméticos. Y ahora cada vez que diga Donosti, Aita, Garikoitz, Amnistia, Aznar es un Hp, vamos a repetir nuestros estímulos para que nuestro Juanjuan sepa por dónde queremos que vaya. Más sardinillas, que nuestro apañol lo está haciendo todo estupendamente. Los premios son eficacísimas técnicas de captación. Ahora, como quien no quiere la cosa, vamos a premiarle con una ingesta de chistorra y txakolí de Bakio. Para que asocie estos delicadísimos manjares con las frases que salen de su boca hasta crearle el reflejo condicionado. Cada vez que vea una chistorra, él recordara en el acto el Euskal Presoak, Euskal Herrira. Y cada vez que alguien diga las palabras mágicas Gora Euskadi Takatuta a nuestro flipper le entrará hambre y una agradable sensación de cobijo y camaradería. Así, a través de la interacción social le lavamos el cerebro hasta convertirlo en un esclavo satisfecho. Los hay a patadas. En serio, el experimento no tiene mayor mérito. Lavar el cerebro a un apañol es sencillo. Lo trae ya blanco inmaculado.
-Vean cómo sonríe Juanjuan, cómo reacciona a nuestros estímulos artificialmente provocados. En estos momentos el apañol es capaz de realizar piruetas imposibles. Puede hacer el pino con su nombre y cambiarlo por un Jon Kepa Garikoitz. Que gracejo, que facilidad. ¡Que arte! Se amputa la memoria y se inventa una nueva. Y hasta cambia de ideología, o de esas frases piloto que siempre ha utilizado como si fueran un pin.
-Un aplauso. (…..) Gracias, muchas gracias.
-Observen en la otra jaula como ante el mismo dilema el vasco se repliega instintivamente en cuanto detecta cualquier tipo de unanimidad artificial. Observen como desconfía, como sabe, aún sin concretarlo en palabras, sin ser plenamente consciente de ello, tras siglos de practicar el mismo comportamiento, que ahí hay algo chungo. Observen que en cuanto se le intenta alistar a través de la afinidad, el vasco, cabezota, no se deja.
-Observen cómo defiende su individualidad a capa y espada, tozudamente tenso contra toda autoridad, cómo se pone en guardia en cuanto detecta uniformidad. Observen como instintivamente hace todo lo posible por defenderse de los sentimientos de afinidad instantánea que sabe bien, le están exigiendo que experimente. Y se rebela sin aspavientos, discretamente, casi con timidez. Observen que no se deja intimidar por las pautas de socialización que el grupo tiene establecidas. Se aleja del grupo y se sienta en la esquina, capaz de desarrollar un comportamiento social suicida en la defensa de un yo sagrado y puro. Con ustedes un vasco. Un ser humano. Un imbécil sin ninguna posibilidad de supervivencia.
-¡Que vergüenza! Abuchéenle, por favor.
-Y ahora vamos a meter un nuevo español en la jaula del apañol. Observen cómo el español Juanjuan detecta en el acto la debilidad del nuevo que es la suya propia. Observen cómo le insulta. ¿Qué le ha dicho? ¡Españolazo, le ha llamado españolazo! Porque el español en su extraordinario don para el mimetismo ha detectado en el acto la palabra que era capaz de gregarizarle con los otros. Y es capaz de negarse a sí mismo con tal de integrarse con el resto.
-Y si el españolito, con esa capacidad para detectar el odio y utilizarlo en beneficio propio para gregarizar y que le acepten, tuviese que matar, lo haría. ¿Que no se lo creen? ¿No recuerdan un caso típico de absurdo fanático, un momento cumbre del llamado, no sé por qué, Conflicto Vasco en el que dos españolitos se echaban en cara el uno al otro no ser lo suficientemente vascos, y uno, Jose Antonio Pérez Ruiz terminó asesinando a la otra, un tal María Dolores Gonzalez? ¡Estos españolitos!
-Porque estos experimentos que hacemos para que ustedes rían entrañan sus peligros, y más cuando estamos jugando con españolitos. Hay muchos que son capaces de vender su alma mucho más de lo que les exigimos, y quiere destacar más allá de los límites que el propio domador de autómatas considera necesario. Pero para eso estoy yo aquí con mi látigo. No crean que mi oficio no tiene mérito. Entiendan que es difícil contener las ansias de pertenencia de un españolito. Por pertenecer es capaz de cualquier cosa. Una vez jugando con un skinete se me desmadro y me terminó machacando la cabeza a un moro para ser más amigo de sus coleguis. Es siempre el más débil, el que tiene problemas de integración, el que sobreactua. Y el españolito acomplejado es siempre el más manipulable. Pero en fin, eso es otra historia, sigamos con el circo que es más diver.
-En la tercera jaula, a la que no hemos hecho mucho caso, pueden observar cómo el indio sudamericano de lo más profundo de la amazonia, o el último subsahariano de la patera tampoco se dejan manipular. Están ahí ajenos a todo, con una expresión entre orgullosa e indiferente. Observen que el indio llama a su hijo Nuberoja y no Garikoitz. Y para qué esta tercera jaula se preguntarán. Muy sencillo, para demostrar que no es la pobreza la que provoca el servilismo, que el emigrante español no es mimético por su pobreza sino por causas mucho más profundas y misteriosas. El emigrante español también podría ser un empresario multimillonario, da igual. Será igual de mimético. Ahí tienen a Ignacio Sanchez Galán, un salmantino de pura cepa presidente de Iberdrola para confirmarlo.
Es sorprendente lo que ocurre cuando sometemos a un españolito a 5 minutos de convivencia en un entorno de usos sociales nacionalistas. Salga usted, por favor, porque esto está poniendo peligroso. Fíjense ustedes como el españolito ha tardado 3 segundos en decir “Donosti”, 1 minuto en “A mayor autogobierno mayor bienestar” y unos 30 segundos más en berrear “Amnistía Osoa”. Y todo ello lo ha realizado de una forma irreflexiva apelando únicamente a su desarrolladísimo instinto mimético. Bueno, ya puede salir usted. Vamos a sacarlo ya que si no se nos mete en ETA para demostrar lo vasquísimo que es y ganarse la pertenencia. Ay, esas palmaditas sin las que ya no puede vivir. Droga dura.
-Que salga, por favor. Que no quiero usar el látigo.
Zas, zas….
-Torturador, joputa, fascista.
-Entiendan que esto no son “malostratos”, unos segundos más y empieza con el Gora ETA Militarra y a pegar tiros. Hay que tener mucho cuidado cuando estamos jugando con españolitos. Su capacidad para el mimetismo es tan asombrosa que puede resultar peligrosa hasta para los que han creado el programa. Miren si no lo que está ocurriendo en Cataluña con un tal Perez Rivera. Le quiere quitar el látigo al domador. O con un tal De Juana Chaos que para ganarse una vasquidad imposible se cargó a 25, que se sepa.
-Cierre usted la jaula, por favor, para que no se vuelva a meter.
-Con ustedes el apañol, señores, un ser espectacular. Un aplauso.
-Anda, vaya. Ahí viene su hija.
-Papa, papá.
-No hija, no. A partir de ahora Aita. Y ahora mismo al Barnategi.
-¡Cómo ha dicho Aita! ¿Han escuchado, señores? Esto ya no es mimetismo, ni ganas de pertenencia, no. Esto es otra cosa. Esto es puro vicio, mimetismo degenerado. Etnicismo sadomaso. Un cerdo retozando entre purines.
-Sí, sí, nos confirman desde control que el españolito ha demostrado tener menos personalidad que una sardina, y que el Mimetikron ha saltado. Ha superado los valores de la escala hasta ahora conocida. La antigua marca la tenía un Lemming. Hemos asistido a un hecho histórico, un record Guinnes de adocenamiento (1).
-¡La ola! Esto se merece la ola.
-Es usted extraordinario, el papel es suyo.
-kerrikasco.
Tiene usted un puesto de trabajo en la administración del Circo Étnico. Un nuevo funcionario. Al domado anterior, un tal José María Montero tras demostrar su docilidad y servilismo lo pusimos al frente de la institución del fundador del circo. Bienvenido a Euskal Herria. Ya puede pasar a por su carnet de Olentzero. Con las condiciones que ha demostrado le espera un brillante porvenir.
-Sí, a mí padre le obligaron a combatir con Franco, luego le hicieron alcalde y se forró, pero porque le obligaron. Además, yo siempre me he sentido vasco y sólo vasco. Hasta tocaba el txistu en la intimidad.
-Por supuesto, no teníamos ninguna duda. (Observen como el domador mismo pluraliza el verbo en 1ª persona plural, porque él tampoco está exento de los peligros de la soledad y el gregarismo y hace guiños al público con un nosotros cómplice. ¡Ay, no tenemos remedio!)
El apañol marcha, observen que hasta su caminar ha cambiado, arrastra los pies y abre las piernas tal y como él cree que hacen los aldeanos, se rasca los huevos haciéndose el tosco, escupe y se pone una pajita en la boca para comportarse de acuerdo a los nuevos patrones que a partir de ahora va a considerar como “normales”. Nada más auténtico que una falsificación.
-Y ahora dejemos salir al vasco.
Su hija corre a saludarle.
-Aita, aita.
-Observen como el vasco ante una situación de uniformidad que a él le chirría opta por una resistencia sin aspavientos, sin alharacas pero rotunda, constante, fiel a su carácter tímido y discreto. Observen como sin palabras apenas le hace bajar la voz a su hija cuando este le llama Aita y le dice: “A partir de ahora “Papá”. Porque el vasco sabe que su ser es la libertad, y no las formas ni los usos sociales con los que manipulan a los idiotas.
-El vasco huye allí donde encuentra lo que es el caldo de cultivo de los españolitos, su liquido amniótico, el gregarismo.
-Y el indígena de la amazonia sale también con gesto indiferente, con ese gesto de orgullo sin rencor que tienen los indios sudamericanos, indiferente al intento de manipulación al que se la ha sometido. El sabe perfectamente quién es. Pertenece a una etnia milenaria y estas payasadas nihilistas de occidentales desetniados le dan risa.
-Bueno, al fin han salido los tres.
-Un aplauso al orgulloso españolito que lo ha hecho todo perfectamente. Cómo sonríe, sabedor de su triunfo en este campeonato de aceptación. Y abucheemos al vasco por imbécil, porque con esas cualidades su supervivencia es imposible. Un humanismo a desaparecer.
-Tras años de observación dedicado a la vivisección de autómatas he llegado a la conclusión de que el apañol es un portento de la naturaleza. Porque a diferencia del camaleón no son las células superficiales de la epidermis las que tienen el don de la mutación, sino sus propias neuronas. Mimetiza no su piel sino sus sesos. No cambia de apariencia, el españolito cambia de naturaleza.
-Observen su sonrisa satisfecha. Lo repito, señores, es espectacular el resultado de someter a un español a 5 minutos de socialización en un entorno de usos sociales nacionalistas. Si alguien no se cree que modificando el entorno se modifica la cabeza de un apañol que venga al Circo Etnico más grande de Europa, esta inmensa jaula en la que se realizan los más divertidos experimentos y que, por ahora, llaman Euscalerria. Hasta que se les ocurra otra nueva palabra. Yo propongo Ringlind.
-La verdad es que las capacidades miméticas de los españolitos son tan graciosas. Se preguntarán que por qué utilizamos apañoles. Entiéndan ustedes, nos hemos quedado sin payasos.
-¡Maestro, música de charanga!
Tu tu tu Tu tu tu tuturuta tuturuta
Tu tu tu Tu tu tu tuturuta tuturuta....
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